¿Cómo nace el amor romántico? ¿Es un hecho de la naturaleza o un fenómeno cultural?.
Los teóricos dividen el amor romántico en dos fases la fase del “amor
apasionado” que suele durar 18 meses y la fase del “compañerismo
amoroso” que puede durar toda la vida.
En la primera fase se activan mecanismos del refuerzo positivo-placentero (dopamina) que provoca un cambio en nuestra capacidad de percepción y razonamiento. Los defectos de la persona amada se vuelven invisibles y solo se percibe un intenso deseo aproximación afectiva y sexual. En mi experiencia clínica no hay ninguna regla que permita decidir hasta qué punto, este “trastorno” puede convertirse en algo patológico.
Lo que sí es cierto es que los humanos tenemos la capacidad de enamorarnos por una mirada, por una frase, o por un instante especial compartido. Nuestra capacidad simbólica convierte el “amor apasionado” en algo mucho más complejo que en otras especies animales.
En el compañerismo amoroso, la situación cambia por completo, y lo que hace que la situación sea razonablemente duradera son características o circunstancias como la capacidad de respeto y de apoyo mutuo y muy en particular que las expectativas que uno tiene respecto a la otra persona sean satisfechas. En definitiva, la capacidad para establecer un vínculo estable en la edad adulta, tiene mucho que ver con lo que cada uno ha vivido en la infancia respecto al estilo de apego.
En resumen, las personas que han vivido en la infancia un estilo de apego seguro tienen más probabilidad de establecer vínculos estables tanto en la pareja como en las relaciones sociales.
En los últimos tiempos ha habido toda una mercadotecnia del amor.
Autores como Eric From han popularizado el amor como un acto idealizado e incondicional. En mi opinión este concepto que se ha hecho tan popular como la autoestima (Maslow), son los causantes de muchos problemas afectivos. Este tipo de discursos tienden a generar unas expectativas excesivas por lo que son el caldo de cultivo de la depresión.
Uno de los aspectos más interesantes respecto a las bases biológicas del vinculo es que tienen que ver con la capacidad de entrar en sincronía con otras personas.
Es decir que, cuando dos seres humanos están juntos
tienden a entrar en sincronía o, dicho de otro modo, la sincronía es la base de todos los vínculos afectivos.
Esta sincronía tiene su máxima expresión en la relación madre hijo , pero se produce también en las relaciones románticas de pareja, en las relaciones de amistad, en los grupos sociales cuando realizamos tareas cooperativas o incluso en grandes grupos de personas que comparte acontecimientos deportivos o musicales . Dependiendo del grado de cercanía esta sincronía puede ser solo conductual (el baile, por ejemplo), puede ser fisiológica (sincronizar los ritmos cardiacos), endocrina (regular simultáneamente la secreción de determinadas hormonas) o cerebral (sincronizar el ritmo de determinadas ondas cerebrales).